Al adentrarse en el fascinante mundo de las aves migratorias, uno no puede evitar sentir una especial admiración por la Eremophila alpestris, más conocida como la Alondra cornuda. Esta especie, cuya silueta es embellecida por plumas que asemejan cuernos, ha captado la atención de observadores y entusiastas por su notable adaptabilidad y su presencia en diversos paisajes a lo largo de las estaciones. A continuación, exploraremos a fondo las características que hacen de esta ave un espectáculo natural digno de apreciación y estudio.
La Alondra cornuda posee una apariencia distintiva, con un tamaño que oscila entre los 15 y 20 centímetros de longitud y un peso aproximado de 30 a 40 gramos. Su plumaje es una mezcla de colores que varían desde marrones terrosos hasta tonos de gris, lo que le permite camuflarse hábilmente en su entorno. Sin embargo, lo que más destaca en su fisonomía son las plumas eréctiles en la parte superior de la cabeza, que le dan el nombre de "cornuda". Estas "plumas-cuerno" son más prominentes en los machos, y se hacen visibles especialmente durante la temporada de apareamiento.
El hábitat de la Eremophila alpestris es tan variado como su capacidad de adaptación. Esta ave se encuentra en praderas abiertas, áreas de tundra, y paisajes semiáridos, mostrando una preferencia por espacios donde la vegetación es escasa y el suelo es visible. Su distribución geográfica abarca gran parte de Norteamérica y Eurasia, con poblaciones que se extienden desde el norte de Escocia hasta el extremo oriental de Siberia, y desde Alaska hasta el norte de México.
Aunque muchas poblaciones de la Alondra cornuda son sedentarias, algunas efectúan movimientos migratorios estacionales. Estos desplazamientos son más notorios en las poblaciones que habitan las regiones más septentrionales de su rango, donde las aves migran hacia el sur para evitar los rigores del invierno ártico. Durante su migración, estas alondras pueden recorrer distancias considerables, lo que demuestra su resistencia y fortaleza como especie migratoria.
La Alondra cornuda es conocida por su comportamiento gregario fuera de la temporada de cría, formando bandadas que pueden llegar a contar con cientos de individuos. Su dieta es predominantemente granívora, aunque no desprecia los insectos, especialmente en la época de cría cuando las proteínas son esenciales para el desarrollo de los polluelos. Además, su canto melodioso y variado es una de sus características más encantadoras, con machos que se elevan en vuelo para impresionar a las hembras y marcar su territorio.
El ciclo reproductivo de la Eremophila alpestris comienza con la construcción de un nido en el suelo, camuflado entre la vegetación y a menudo con una pequeña entrada en forma de túnel. La hembra deposita entre 2 y 5 huevos, que son incubados durante unos 11 días. Los polluelos, altriciales y dependientes, son cuidados por ambos padres y están listos para emprender su primer vuelo aproximadamente después de dos semanas.
Uno de los hechos más fascinantes sobre la Eremophila alpestris es su notable capacidad para sobrevivir en climas extremos, lo que se refleja en la diversidad de subespecies adaptadas a distintos entornos. Se han descrito más de 40 subespecies, cada una con características ligeramente diferentes que reflejan las condiciones de su hábitat. Además, su resistencia y adaptabilidad les han permitido mantener una población estable, aunque no están exentas de amenazas como la pérdida de hábitat y el cambio climático.